martes, 11 de octubre de 2011

Orador del 2010 y 2011


«Enseñar a niños no es sólo dar matemáticas; también tienen que aprender de la vida»
ÁNGEL GARCÍA GARCÍA Maestro recién jubilado

A. RUBIERA

Ángel García García (Bimenes, 1951) dice adiós a la docencia con 60 años recién cumplidos y treinta y ocho cursos en las aulas asturianas. En Villar de Limosnera (Langreo), Jacinto Benavente (Vega) -donde estuvo diecinueve años- y Clarín se quedan sus experiencias más intensas y donde pudo echar el suficiente tiempo para desarrollar algunos de sus singulares proyectos educativos. Esos que han hecho de Ángel García el maestro «que hacía coses rares». Cosas raras como montar huertos escolares allá adonde fuera -incluso a la orilla del Piles-; instalar gallineros en algún patio; disponer de un horno como material imprescindible de aula para poder degustar bollinos preñaos en los recreos, hacer bizcochos o boroñes, asar manzanes o aprovechar el tiempo de castañas; o utilizar el hornillo del laboratorio para hacer «palomitas» con el maíz cosechado por los alumnos.

Maestro vocacional de Primaria, Ángel García integró además la primera promoción de expertos «habilitados» en llingua y posteriormente se convirtió también en formador de docentes en el CPR de Gijón durante catorce años (Centro de Profesores y Recursos). Especializado a posteriori en Conocimiento del Medio (sobre todo en Botánica y Zoología), lo mismo se ha enfrentado a clases de astronomía que diseccionaba conejos con sus alumnos en horario del recreo. La semana pasada sus compañeros de muchos años compartieron con él su comida de jubilación.

-¿El maestro de les «coses rares» nunca tuvo un disgusto por ser tan alternativo?

-Prácticamente ninguno. Alguna pequeñez, como la denuncia que hace unos años planteó una familia a la dirección del Colegio Clarín por una mala interpretación que se hizo de una actividad mía habitual con los alumnos: la disección de un conejo.

-¿Diseccionar un conejo?

-Es una actividad que siempre planteé voluntaria y en el horario del recreo, para que el niño que pudiera sentir asco no lo viera. Yo traía un conejo mío, ya muerto, y los alumnos medían los intestinos, veían el hígado, el corazón... todo. Es muy educativo. El caso es que se corrió la voz y un padre de una niña que no era ni siquiera alumna mía mandó una carta al director diciendo que no se debían consentir ese tipo de burlas a un animal. Y todo porque un alumno se llevó el rabín del conejo al recreo y anduvo con él haciendo bromas. Por carta expliqué a la familia lo que habíamos hecho y todo quedó aclarado. Fue una pequeñez de problema. Puedo decir que en 38 años he disfrutado realmente del magisterio, lo mismo dando clase a alumnos que a compañeros. Me voy porque creo que es el momento, pero lo hago con muy buen sabor de boca.

-Y se va con buenas dedicatorias...

-Sí. Me emociona cuando alumnos míos de hace muchos años, como los que tuve en Villar de Limosnera, me hacen dedicatorias en las que me dicen «gracias por demostrarnos que aprender es divertido», o «te debo parte de lo que soy». Es entrañable y una gran recompensa.

-Enseñó a alumnos a plantar y vender lechugas, a hacer pan, a mayar, a coger fabes... ¿Qué entiende por educación y qué perseguía con esas clases?

-Lo primero que siempre intenté es que los niños vinieran contentos a clase. Ésa fue mi máxima. También es importante que aprendan mucho. Pero mucho no es sólo matemáticas, también es aprender de la vida. Y para mí hay cosas importantes, como saber de dónde vienen los productos, de ahí que tuviéramos huerto. Y por eso siempre he hecho con los alumnos tantas salidas. Porque nunca puedes explicar, ni los críos pueden comprender bien, sólo a base de imágenes y palabras en la clase. Una visita a un museo, a una fábrica, a lo que sea, favorece que el conocimiento sea mucho más profundo. Puedo decir que lo que realmente me enriqueció como maestro han sido las actividades complementarias, ya sean salidas con los alumnos a ver Cogersa, hacer herbarios o teatro escolar.

-Pasó más de una década en equipos directivos, pero ha querido jubilarse de maestro.

-Siempre quise ser maestro tutor. A mí, en su momento, me nombraron director de oficio y fue algo totalmente accidental en mi trayectoria. Es cierto que en el Colegio Vega, donde más tiempo estuve, disfruté como director de los éxitos que tenía el colegio y del gran equipo que se juntó allí. De hecho, creo que un colectivo pedagógico como el que hubo en Vega hace una década es difícil que vuelva a juntarse. Y los que lo vivieron, tanto familias como alumnos, lo sabrán reconocer. Pero en cuanto pude dejé la dirección. A mí me llenaba mucho más el contacto con los niños.

-Alguien que disfruta tanto de la docencia, ¿cómo se ve el momento actual?

-Creo que la educación está perdiendo en algunas cosas, por ejemplo, en el contacto de maestros-familias. Yo viví un contacto muy intenso en Villar de Limosnera y en Vega, y puedo garantizar que eso siempre aporta.

-¿En qué beneficia eso a un alumno?

-La educación es algo integral y hacer una fiesta de Sanmartín en un colegio, y que se llene el comedor de padres para hacer callos que luego se van a degustar, o montar talleres de cocina y que se convierta en una cita de 20-30 familias, es un gusto y es algo que da vida a un colegio. Es así como se establece una gran colaboración entre escuela y familia, que siempre irá en beneficio de los niños. Todo eso que parece tan lejano no fue hace treinta años, fue hace sólo hace diez. Ahora muchos actos culturales no los puedes hacer porque no hay dinero y otros porque no sabes si tendrán poder de convocatoria.

-Pues no pintan buenos tiempos para todas esas actividades extraordinarias de los colegios.

-Sí, y temo que vaya a haber una reducción drástica de muchas actividades, como son las salidas culturales, que son muy educativas y a los niños les aportan mucho. Yo nunca pensé en no hacer algo por lo que me pudiera pasar con los neños. Por mi experiencia, los críos son más responsables fuera de clase que en el aula. Y siempre van a ser trabajos que redondearán lo que haces en clase.

-¿Se queja de las nuevas generaciones de alumnos?

-No. Yo nunca tuve problemas importantes ni con los alumnos ni con las familias, porque siempre me entregué a ellos. Si hacíamos «coses rares» era para atraerme a los niños, para tener vivencias que nos unieran. No todo es matemáticas, lengua o conocimiento del medio. De todo se aprende. Y eso figuraba en mi programación de atención educativa, donde mis alumnos podían un día jugar al parchís, comentar una noticia de periódico, leer un libro o tener un taller de cocina.

-¿Al parchís?

-Sí, se puede hacer en horario de «atención educativa», que es la alternativa para los alumnos que no cursan llingua o religión. Pero que no se malinterprete, es un momento puntual; y eso es cálculo, no sólo diversión.

-¿Cómo ha visto en estos años la progresión de la cultura asturiana en los colegios de Asturias?

-Al ser de la primera promoción de maestros habilitados para dar llingua me tocó ser de los pioneros. Incluso luego formé a otros profesores en el CPR. Creo que el aprecio de los alumnos y las familias por la llingua cada año ha ido a más. Un buen ejemplo de eso es el Colegio Clarín. Cuando llegué, hace ocho años, no había alternativa de llingua; por mi experiencia y animado por algunos padres que lo pedían, pensé que había que ofertarlo. Resultó que empecé con un grupín y al año siguiente ya vino nombrada una profesora para el colegio. Y la oferta continúa.

-¿Y en cuanto a consideración de la Administración?

-Ahí la llingua no ha tenido demasiadas oportunidades porque no ha tenido mucho apoyo. Es una pena que después de tantos años la oficialidad no se consiga.

-Llega a la jubilación con ganas e interés por la docencia. ¿Por qué entonces acogerse a la jubilación anticipada que permite la ley de la función pública?

-Tengo 60 años y me planteo cuánto más podría sentirme fuerte para afrontar el trabajo con los críos. Este año, sin duda, sí me vería para seguir, pero tal como está el panorama... Además es importante que entren ideas nuevas porque las que uno tiene acaban quedando obsoletas y ya no gustan a los críos. Y luego están los retos profesionales. Yo creo que a mí me tocaron todos, todas las reformas habidas y por haber, y por último, el ordenador. Yo, que prefiero plantar lechuga que andar con el ordenador, tuve que enfrentarme el año pasado a la tesitura de que nos dieran un ordenador para cada alumno. Eso te obliga a actualizarte, a preparar actividades para que todos los días, al menos una hora o dos horas, los alumnos trabajen con el ordenador. Y combinándolo con los libros de texto. Puedo decir que fue una experiencia guapa y comprobé que Ése es el futuro. Está claro.

-Y el mismo día en que se jubila, su hija accede a su primer destino como maestra.

-Es la gran satisfacción mía. Que, tal como está el mundo laboral, y después de todo lo que se formó, fue a coincidir que ella tomara posesión en Campomanes como maestra interina de llingua el mismo día que yo ceso en la enseñanza.

-¿Un consejo para que los nuevos maestros disfruten del magisterio?

-Que se entreguen, y que lo hagan pensando más en el interés de los niños que en el horario suyo. Si quieres hacer algo novedoso, tienes que echar mucho tiempo

-¿Sin miedo a las nuevas generaciones de alumnos?

-Eso no me preocupa. Yo creo que las generaciones no son mejores o peores. Eso va por promociones. Puedo decir que entre las mejores promociones de mi vida, si no la mejor, ha estado la última. Y tengo claro que a los niños, si se les estimula, cumplen.

noticia de la nueva España:

http://www.lne.es/gijon/2011/10/10/ensenar-ninos-dar-matematicas-aprender-vida/1140387.html

martes, 10 de mayo de 2011

Aníbal

Con todo el respeto que te merece quiero decirte unas palabras de de despedida, rodeadas ante tu cuerpo sin vida d todos tus seres queridos, tus hijas Clarisa y Raquel tus nietos Marta y Iván. Tu hermana Mª Antonia y todo el resto de familiares y amigos que te querían.


Tengo el recuerdo de tu juventud, cuando nos visitabas en la aldea, la casa de nuestros abuelos en La Roza, la abuela nos preparaba la cena muy sencilla pero nos sabía a gloria.


Luego empezabas a contarnos tus canciones, porque contabas como los angele, había dedicatorias para todos, Amador, mi padre, para la abuela, me acuerdo de una canción que le cantaste a la abuela que se Titulaba "Menos faltarle a mi Madre" - te abrazó y te digo. - Hay que Anibalín que guenu yes, siempre nos traía regalos para todos.


Luego se caso con una buena y cariñosa mujer llamda Raquel con la cual paso muchos años de felicidad y en los que surgieron sus hijas Raquel y Clarisa.


Pero hace 10 años que se murió Raquel y la vida de Aníbal empezó a quebrarse y con ello surgieron numerosas enfermedades, las cuales le deterioraban sobre todo su aspecto físico que apenas le dejaba caminar.


Uno de sus días más felices fue cuando se caso su nieta Marta, a la cual quería con locura.


La última vez que estuve con él 3 días antes de engresar en el Hospital estaba bastante tranquilo, pero cuando fuimos a verlo me quede asustado, porque ya no me reconocía dado su avanzado grado de la enfermedad, yo nunca pensé que de aquella manera pudiera alargarse tanto su vida de sufrimiento para él y toda su familia, no lo merecía.


Me acuerdo de leer un poema que decía.


FELIPE II

(1527-1598)

Aquí, en breve tierra, yace

(si es tierra quien alma fue)

un rey en quien no se ve

lo que la tierra deshace.

Fue tan alto su vivir,

que sola el alma vivía,

pues aun cuerpo no tenía

cuando acabó de morir.”

Epitafio de Filipo II, el Prudente. Lope de Vega.


Así termino la vida de nuestro querido Aníbal que fue una persona bueno, cariñoso arrogante y simpático para todos.

Adiós Aníbal y que la tierra te sea leve.

Tu primo Gerardo Corte.

Relato de un Minero

Una historia de amor (Amor de un Padre)

Lo que pudo haber sido la mejor historia de amor en mi vida término en tragedia. Una historia de amor al padre, al origen, a la familia que marca el camino personal de cada individuo.

Corría el año 1059, tenía 23 años cuando ya en el mes de enero empezaron grandes cambios en mi vida. Nuestra familia abandonó la deficiente y lejana casa de los abuelos en La Roza para trasladarnos a una nueva casa en Rozaes. Un nuevo hogar con las comodidades que podíamos permitirnos, mas vecinos con quienes charlar, mejores medios de comunicación… en pocas palabras, una mejor existencia para todos, especialmente para mi hermana que padecía problemas de movilidad debido a la polio.

Como es fácil suponer todas aquellas mejoras nos aportaban una gran alegría, En abril del mismo año, continuo con la buena racha, contraje matrimonio con la mujer de mi vida, dando fruto a una hija que nacería en septiembre. ¿Podía esperarse mayor felicidad? Incluso, en el aspecto laboral, la situación mejoró considerablemente al ponerse en marcha un medio de transporte, se acababan definitivamente las largas y penosas caminatas, muchas veces acompañadas de frio, lluvia, nieve. Kilómetros recorridos a la ida cuando aún no había amanecido; para regresar al hogar con el cansancio a la espalda, desde la oscuridad de la mina a la oscuridad de la noche.

Quizás tantas cosas buenas tenían que pagarse, pero ni remotamente podía imaginar que el precio fuera tan alto, ni que la vida se truncase tan bruscamente.

Tenía que ser un día 13, número de mal agüero, un 13 de octubre maldito, para romper en un segundo toda la armonía que tanto costó alcanzar, para perder a mi padre, para romperse un hogar, para quedar un vacío que ya nadie podría llenar.

¿Cómo imaginar algo así cuando el día anterior estaba tan lleno de vida? Le había visto jugando con su nieta, haciéndole carantoñas, con el brillo en los ojos de quien ve un futuro esperanzador para la familia ¿Cómo pensar que le quedaban tan pocos momentos de felicidad?

¿Quién podía presentir nada malo en aquella mañana del 13? Yo salía del trabajo con un compañero; allí mismo, junto a la casa de obreros, encontré a mi padre preparado para entrar al tajo. Estábamos en el mismo pozo minero y teníamos el mismo horario, por ello era bastante extraño verlo preparado para entrar. No tardó demasiado en comunicarme que se quedaba unas horas para cubrir a un compañero. No era raro, al contrario, era práctica habitual por el alto sentido del compañerismo que existía.

Decidí, entonces, ofrecerle la mitad del bocadillo que no pude terminar, pero él ya había encargado uno en un bar cercano. Eran las tres de la tarde cuando cruzábamos tan breves palabras, antes de una nueva entrada en el pozo.

No había pasado demasiado tiempo, lo que ahora siento como un suspiro… A las seis de la tarde, mientras estaba con mi mujer y la hija, vi llegar a un familiar en moto. No venía de visita sino a buscarme. “ Tu padre ha tenido un accidente”, fueron sus palabras.

Aunque la noticia no era en absoluto deseable, no creía, ni se me pasaba por la cabeza algo verdaderamente grave. A fin de cuentas un accidente en la mina era el pan nuestro de cada día, podía ser cualquier cosa, además mi padre era fuerte para superarlo.

Fue al llegar a Blimea y ver aquella multitud de gente delante del Botiquín, cuando pude comprender lo que en realidad había ocurrido. Al entrar allí y encontrar a mi padre inmóvil, frío, sin vida, la mía propia parecía desvanecerse. El mundo, con todo su peso, me cayó encima. Tan sólo tres horas antes había disfrutado de su alegría por vivir y en aquel momento, sabía que el dolor no terminaría ante la imagen de su cuerpo inerte, el dolor crecería aún más al llegar a casa, al compartir su repentina y definitiva ausencia con la familia.

Todo resultaba demasiado injusto. Cuando empezaba a saborear las mieles de la vida, tras tantos años de penurias, junto entonces el destino lo robaba. En el momento que más le necesitaba porque también daba los primeros pasos como padre y necesitaba sus consejos, su apoyo constante.

A partir de entonces guardo su imagen inalterable, una sombra protectora a la que recurro en momentos de duda buscando una respuesta. Nunca sabré a ciencia cierta si mis actuaciones son siempre de su agrado, a veces tengo la sensación de que me comunica algo. Tal vez porque nunca quise olvidarle y el tiempo dejó el poso dulce de quien me quiso sin esperar nada a cambio. A quien quiero más allá de la ausencia.

Gerardo Corte Fernández

Rozadas –Bimenes

martes, 8 de febrero de 2011

El académico asturiano Salvador Gutiérrez, hijo adoptivo de León

El académico asturiano Salvador Gutiérrez, hijo adoptivo de León
Se premia su contribución a la nueva Ortografía y a la Universidad leonesa
07:48

León, Agencias

El miembro de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) y lingüista de la Universidad de León (ULE), el asturiano Salvador Gutiérrez Ordóñez, será nombrado hijo adoptivo de León, una iniciativa propuesta por la concejalía de Cultura y Patrimonio que se ha aprobado en la Junta de Gobierno celebrada ayer.

Salvador Gutiérrez nació en Taballes (Bimenes, Asturias) y tomó posesión del sillón S de la RAE el 24 de febrero de 2008. Es uno de los «más destacados» lingüistas, especializado en sintaxis, semántica y pragmática, según informó el Ayuntamiento de León.

El próximo hijo adoptivo de León, además, ha sido uno «de los mayores propulsores» de la Universidad de León y, como él mismo manifestó, cuando obtuvo la cátedra «apenas era un boceto de Universidad» y trabajó incesantemente para sacar adelante la rama de estudios hispánicos.

El académico de la Lengua es uno de los profesionales que más ha fomentado el interés por la gramática en España y fue el director y el coordinador de la nueva «Ortografía de la lengua española», una de las «grandes obras de referencia» de los hispanohablantes, fruto del trabajo de ocho años de las 22 academias de la lengua española repartidas por el mundo.

La Ortografía fue presentada recientemente en la Real Academia en un acto presidido por los Príncipes de Asturias, y en presencia de representantes de todas las academias del idioma español. A Salvador Gutiérrez le tocó la coordinación del proyecto en su tramo final de dos años de intenso trabajo y negociación.


Fuente: La nueva españa
Informante:

martes, 25 de septiembre de 2007

Pregon en el 2007 de Salvador Gutiérrez Ordóñez

Gracias

Queridos amigos, mis queridos y jubilosos paisanos de Bimenes:

Es la segunda vez que me siento honrado públicamente por vosotros. La primera, cuando me distinguisteis con el honor de pedirme el pregón de vuestra fiesta. Hoy me trasladáis vuestra alegría por mi nombramiento como miembro de la Real Academia Española. Acepto agradecido, muy agradecido, este sentido y caluroso homenaje, porque al horarme a mí estamos honrando a nuestro mayores, a esta tierra de Bimenes, verde y empinada, que es parte de nosotros mismos. Hace unos días leía esta hermosa cita que un famoso escritor americano:

Los hombres y las mujeres no son únicamente ellos mismos. Son también la región en la que han nacido, la casa en la que aprendieron a caminar, los juegos que jugaron de niños, los alimentos que comieron, las escuelas a las que fueron, los deportes que siguieron, los poemas que leyeron y el dios en el que creyeron. (Sommerst Maughan, teh razor´s edge, 1940)


Este barbudo canoso a quien vuestro Presidente acaba de dedicar palabras tan cariñosas, sigue siendo aquel neñu que nació en Taballes, que fue a la escuela de Rozaes en los tiempos gloriosos de “Cantu”, que iba a misa a Piñera y que gastaba en el futbolín o en les chocolatinas las propinas de sus tías. Aquel neñu que iba a llevar les vaques y les oveyes al prau, que iba a la hierba como todos vosotros y baxaba al “conomato”. Aquel neñu que compraba cuentos de El capitán Trueno, de la Jabto o de Hazañas bélicas en casa Filomena. Siento muy dentro de mí, como parte de mi mismo, la imágenes y los recuerdos de la infancia. Por eso lo digo y lo repito en todas las entrevistas de prensa, provinciales y nacionales. Hoy os quiero a hacer una confidencia. Es la primera vez que la hago en público. El currículum vital que presenté para mi elección a la Real Academia Española comenzaba así:

Taballes es una aldea del pequeño municipio asturiano de Bimenes que hoy, a mis 58 años, elegiría, sin duda, como lugar de nacimiento y escenario de una infancia feliz. Sus ventanas recogen los primeros rayos del sol que despereza tras el macizo calcáreo de Peña Mayor. Su vieja raíz (asociada al “lovi tabalieno” de una inscripción romana) testimonia que cientos de generaciones tuvieron el privilegio de elegirlo antes. Allí nací, allí comencé a contar limpiando fabes y lentejas con mi madre y allí me enseñaron a leer soñando mundos de ficción en un libro mágico, un Quijote que mi padre había traído de la Guerra. Por aquellos caminos aprendí a expresarme en un bable central, relativamente bien conservado, dulce y directo, con metafonía e /o/ (conde conviven el singular sopu con el plural sapos) y en la escuela me enseñaron a conjugarlo con los aires más universales del castellano.

Durante mi infancia aprendí en el seno de mi familia y de mis gentes dos virtudes fundamentales: la honradez y el trabajo. Más tarde, también en Bimenes, encontré a la que ha sido más que mi media naranja, la que ha tirado del carro, la que me ha permitido dedicarme en cuerpo y alma al estudio. Trabajo, honradez, apoyo han sido los motores que me han abierto las puertas de una de las instituciones más prestigiosas del mundo hispánico. Vosotros, mis gentes de Bimenes, sin saberlo, habéis tenido arte y parte en ello.
Muchísimas gracias.

viernes, 18 de mayo de 2007

Pepín Alonso


Soy de un pueblín de Bimenes

cerca de Peñamayor

donde está el pozu Funeres

que muchos oirían de él:

ye el pozu del terror.


Desde arriba no se sabe

lo que hay de profundidad

sólo lo podrían decir

si algún día despertaran

los que descansan allá.


El concejo de Bimenes

agrícola y ganadero

tien buenos trabajadores

y ahí se maneja dinero.


E la Peña también hay

donde llamamos Fayacaba

un albergue muy curiosu

para todos los que vayan.


Pasando por Melendreros

y llegando hasta Piñera

allí está San Emeterio

que el día que canta el cura

marchen hasta los jilgueros.


Bimenes linda con Nava

también con Pola Siero

y con Pola de Laviana

y San Martín del Rey Aurelio.


En Martímporra hay palacio

también el ayuntamiento

economato de Hunosa

y la consulta del médicu.


Para bodas y banquetes

también en el mismu sitiu

hay un buen restaurante

que se llama el Boreal

donde comes lo que quieras

a gusto de paladar.


Muy cerca está San Julián

que también ye muy bonito

con una bonita iglesia

cafeterías y bares

y otres muches coses más.



Que perdonen los que queden

Sino no terminaria

Pues no sabria tantos pueblos

Que el concejo abarcaría.


También hay mozes muy guapes

eses sí que nombraría

con lo que yo hice por elles

y ahora ya no me miran.


En mi plena juventud

preparábemos estaques

pa cuando veníen forasteros

que no nos llevaren les guapes.


Hoy a mi ya no me quieren

me dicen que huelo a cuchu

quieren más a los go-gós

y elles enseñar el guchu.


Yo sin embargo encantáu

col mi ganaín en la peña

allí no llega el botellón

ni el éxtasis, sino agua fresca

y respirar buen oxígeno

que eso sí que bien me presta.


Ya se me olvidaba algo

ya me falla la memoria

no hablé nada de los hórreos

que en Asturias son historia.


Espero que lo paséis

todo lo bien que podáis

que ninguno os desmayeis

con estes cuatro tontaes.